MOUNTEMPLARIA 2013.

Amanecía el valle con una claridad que anunciaba el calor que estaba por venir.

Los tonos naranjas que sombreaban tras las crestas y los cerros que ese día tendríamos que rodar, en ascensos épicos y descensos de infarto, daban a las rampas que veíamos desde el patio de armas del castillo un halo de inocencia que más tarde, ya en faena con el pedal, nos harían resollar y maldecir la fuerza del fuego, los vientos, el agua y el hielo que esculpieron este calvario que los nativos del lugar llaman MOUNTEMPLARIA.

Que la cosa pintaba dura se sabía: las crónicas que habían traído hasta estos parajes del Bierzo a dos de los más curtidos miembros de la LEGIO VI FERRATA (léase Sergio y Luís) y a la joven promesa de la escuadra (Davicillo hasta ayer, Goliat al terminar el día), junto con la directiva y alma del proyecto que encarnaba el siempre imbatido Alex (ándale ándale ándale!!!!), a los que se unían el feliz padre de la criatura (Jesusito de mi vida eres niño como yo) y las estrellas invitadas y anfitriones del encuentro (Rubiales y el hermano del Espíritu, este último en tareas de tostadora animadora), hablaban de paredes más propias de la escalada que del arte de las dos ruedas, sendas infinitas que arañaban el cielo y el infierno según se subiera o bajara, sufrimiento comprimido en un bidón de agua, retos y dificultad técnica a lo largo de los ochenta kilómetros de recorrido, con casi tres mil metros de desnivel positivo y otros tantos de desnivel negativo, por paisajes inmortales como la memoria de los caballeros antiguos de los que la prueba tomaba el nombre. Aquí sólo se podía llegar o morir y el único rival a batir, estaba claro, era uno mismo. Llegar o morir. Morir o entrar en la meta de esta carrera como premio al tesón, al esfuerzo y a las ganas de vivir una experiencia mágica y vital dándolo todo en el pedal. Nosotros veníamos a lo segundo, aunque más de una vez, sobre todo en las rampas verticales por las que nos precipitaba el recorrido, pareciera que nuestros méritos nos llevaban directos y sin posibilidad de enmendarlo, a lo primero.

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Ciento setenta y tantos insensatos y tres dignas insensatas tomaban la salida pasadas las ocho de la mañana desde el patio de armas del castillo templario de Ponferrada, con la cruz de la Orden del Temple, roja como la sangre a verter, tatuada en el pecho del maillot y enfilaban sus ruedas detrás de los cohetes que desde el minuto uno lideraron la prueba: cuatro jinetes del Apocalipsis a los que no volverían a ver hasta la cena.

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Que conste que sólo un equipo iba con apoyo de moral y esos eran los nuestros: las banderas y la furgo del BTT MINA ROMANA ondearon bien alto todo el día y echaron fuego a lo largo del recorrido para llegar a todos lados y a todos (porque para todos intentamos estar ya fueran propios o extraños, tirios o troyanos).

Nuestros chicos pro se colocaron en buena posición cerca de los primeros remeros y la joven promesa, sobre la que planeaban esperanzas y dudas por igual en estos primeros lances, buscaba refugio cerca del farolillo rojo. Un llaneo mínimo para abandonar la ciudad e iniciar la primera ascensión mirando a Roncesvalles en un tramo de pedregal, ortigas y tierra del camino de Santiago que une el pueblo llanero de Molinaseca y la cumbre de El Acebo. Subida exigente para mentar a la madre del que buscó el trazado, pero con el consuelo del frescor primero del día y el buen ambiente de la tropa pedaleante, que otra cosa no, pero desde el kilómetro uno, unidos por la adversidad, veían en el de delante y en el de detrás (al lado no cabía ni la sombra de uno) un hermano de fatigas. Hermandad es la palabra para describir a los caballeros y a las damas que formaron este pelotón de castigo.

Casi veinte kilómetros de la nada al sol, hasta alcanzar el primero de los avituallamientos en el pintoresco pueblo de El Acebo, donde sorteando peregrinos nos aguardaban las preciosas mujeres de la organización y sus no menos gallardos varones, con trozos de sandía y plátano, bebidas, las ineludibles barritas, pastelitos y los geles de sabor tropical que más vale hubieran sido de cicuta, para acabar entonces con el penar y el palizón de lo que estaba por venir. La presencia animosa de los generosos y prestos miembros de la Cruz Roja ya nos debieron haber servido de pista: pese a su valía no habían venido a salvar vidas sino a certificar nuestras muertes. Sergio y Luís venían juntos, enteros y con las máquinas aguantando a pleno rendimiento, aunque lo más bonito que salió de sus bocas no puede recogerse en esta crónica. Eran pasadas las diez de la mañana. David, del que pensábamos únicamente recoger sus restos en un frasco, surgió del monte casi una hora más tarde, resoplando como un elefante pero encima de la bici que no era poco y aunque su cara decía otra cosa, la posibilidad de retirarse no fue una opción. Cánticos de la peña allí congregada, ducha de réflex sanadora, masaje resucitador de Alex y el abrazo amoroso del padre le decidieron: seguiría  hasta la siguiente estación del Vía Crucis por pundonor, por locura y porque para eso se había venido. Al menos intentarlo.      Imagen

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Ni un minuto para el descanso, ni un metro para estirar, ni un momento para dedicarse al contemplativo “te gusta conducir” encima de la bici: quitar la vista de la pista era garantía segura para acabar enterrados bajo una cruz jalonando el camino. Tramos de piedras con desnivel, sendas de cazadores que parecían no tener fin, repechos, repechitos, repechotes y toda la variedad de pechos que fuéramos capaces de conjugar sin ver la silueta de una mujer detrás, llevaron a los jinetes hasta la villa de Espinoso de Compludo, donde Caballeros Templarios de carne y hueso con el rey Arturo entre ellos, anunciaban el paso de los supervivientes con el bramido del cuerno de batalla. Alcanzadas las cotas más altas de esta vertiente de la montaña y con el valle a nuestros pies, seguimos por la cresta de la sierra hasta el pueblo de San Cristóbal de Valdueza, y aunque la sombra de su tejo milenario nos quedaba lejos para guarecernos del sol de justicia que empezaba ya a caer, el jamón cortado con esmero por un monje simpático y bonachón y los buenos oficios una vez más de la gente y los niños de la organización, aliviaron penares y recompusieron cuerpos que iban camino de convertirse en escombro. Se llevaban más treinta kilómetros en las piernas.

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El equipo de apoyo del BTT MINA ROMANA no llegó a ver a Sergio y Luís en ninguno de estos  puntos, aunque recibieron inmejorables noticias de su paso por allí: eran las once y media de la mañana y seguían juntos, vivos y dentro de los veinte primeros de la aventura. Habían comido, se habían hidratado y habían dejado un recuerdo imborrable en los presentes (“si si los de Cuenca han pasado ya por aquí”). Precedidos y aliviados por la buena fama que quisieron reconocer la generosidad y la amabilidad de las gentes a estos dos zánganos de la delantera, los esfuerzos del equipo de apoyo se volcaron en David, que pedalada a pedalada iba arrancando jirones de su infancia para convertir su insensatez (y la del padre) en gesta memorable. En Espinoso de Compludo volvieron los masajes del líder a darle vidilla, así como sus consejos, claros, concisos y eficaces (“bebe, dosifica, no hagas locuras, concéntrate, para si lo ves chungo, pie a tierra antes de que sea tu cuerpo el que bese la arena, bla bla bla…”). Un bollo de crema vino a castigar de nuevo su estómago, que ya había volcado momentos antes los restos de unas barritas, pero no había tregua: el empujón en el sillín del pápa lanzó de nuevo al chaval hacia San Cristóbal de Valdueza, a cuyas calles llegó casi una hora después, pasada la una de la tarde y justito para no quedar fuera de tiempo.

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El paso de la hueste de corredores por San Cristóbal de Valdueza daba muestra de la dureza del combate en que estaban todos metidos a esas alturas de la película: allí se veía peña deshecha aunque firme en su propósito de seguir, pero para muchos la dureza del camino había pasado factura y de qué modo.

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Una cuesta en caída libre que algún literato inspirado bautizó como “El Demonio” era lo primero que aguardaba a la salida del avituallamiento y ante la posibilidad de poder elegir entonces entre la ruta corta desde este punto (otros casi treinta kilómetros de mala leche hasta alcanzar las estribaciones del Monte  Pajariel) o seguir el reguero de sangre, sudor y lágrimas del recorrido largo (casi cincuenta kilómetros de peor leche por los Montes de Valdueza, Ferradillo y Rimor hasta los pies del mismo Monte Pajariel) muchos fueron los que optaron, sensatamente, por la corta.

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Sergio y Luís tomaron, como se esperaba de ellos, el camino largo y cuales grajos (ahora estás arriba ahora estás abajo) lidiaron ascensos de riñón y pala, con descensos suicidas (en el caso de Sergio sin frenos delanteros), rondándoles en todo momento el tío del mazo para hacerse colega a la mínima. La gente de este tramo iba muy preparada y la técnica aquí no era virtud sino necesidad. Élite de primer nivel. Se vieron estampas épicas, pero aquí no se podía estar uno a la poesía y las maldiciones eran el único cántico que competía con los pájaros del lugar. David, echo polvo pero aún con los brazos y las piernas en sus sitios originales, se dejó caer por la senda corta acompañado por el ángel de la guarda que les pone Dios a los del Athletic de Madrid: otro athlético que antes moriría junto a él que dejarle abandonado en el camino. No habrá gratitud para la pareja que tomó bajo su compañía al zagal.

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El equipo de apoyo del BTT MINA ROMANA encaminó sus pasos rápidos hasta la cumbre del Monte Pajariel y por los pelos alcanzó a ver entonces a los tres legionarios en liza en el inicio de una bajada temeraria apodada con otro de esos nombres míticos con los que se las gastan los de por aquí: “la putaparió”. Esta cascada de rodadas y piedras, con la vista de Ponferrada a los pies, anunciaba la cercanía de la meta (y de la muerte). Era el último escollo a superar.

ImagenPrimero pasó Luís, un poco antes de las dos de la tarde y a quince minutos de él, por culpa de un pinchazo inesperado, le siguió Sergio. Los dos venían machacados por el paisaje lunar de un sitio maldito que llamaban “La Caldera” (de 30 a 46 grados de temperatura en menos de un kilómetro) y que hacía que quienes llegaban hasta la cumbre donde estábamos cogieran el agua que ofrecían una gentil pareja de veteranos avitualladores para derramarla primero por su cabeza antes de quitarse el polvo seco de la comisura de los labios. Ninguno quiso parar y perder el ritmo de Correcaminos que traían y limitaron su tránsito a lanzar el grito de guerra de la VI LEGIO antes de descolgarse por la pared vertical de la cuesta camino de Ponferrada. La gloria estaba cerca. David aterrizó por este paraje pasadas las tres de la tarde. Llegó para embalsamar pero llegó y animado por la vista del castillo y el final de la agonía, descendió por el lugar que llaman de las “Zetas” para evitar una mala caída justo al final.

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Como ya se sabe que quien diseña una carrera de estas en lo que piensa es en que no le olviden los corredores (ni a él ni a su descendencia), cuando todo se creía superado y se enfilaba la subida al castillo, una última senda de pendiente inverosímil pedía de los corredores un esfuerzo supremo. Muchos fueron los que exhalaron el canto del cisne a menos de trescientos metros del final.

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En la meta entraron los legionarios romanos pasadas las seis horas de carrera (6 horas y 35 segundos Luís y una quincena de minutos después Sergio), marcando los puestos catorce y veinte en el hit parade de la lista de clasificados. El primer corredor en terminar la ruta lo hizo en menos de cinco horas.

Ocho horas y dieciocho minutos después de darse la salida cruzó la meta el último de los legionarios. Venía solo. Era David. Salió niño y volvió gigante (con su parte de arrogancia inevitable). Ojala entienda que el triunfo no fue llegar sino seguir. Que no haber acabado no habría sido un fracaso sino algo comprensible… aunque él llegó (y quedaban otros treinta jinetes por entrar) Dicho queda.

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Otro derroche de la organización con empanada bendita de pulpo (que el estómago de David volvió a rechazar abonando en este caso los matorrales del lugar) y masaje reparador y por la noche una cena medieval en el patio del Castillo Viejo para compartir mesa y mantel con los héroes de esta gesta y sus organizadores, poniendo el broche a una jornada antológica de bici en estado puro. Un diez para todos y el firme compromiso de volver a sobrevivir a la MOUNTEMPLARIA al año que viene, con más legionarios si es posible, para reencontrarnos con caras que ya son de amigos: con esas chicas de los dorsales, con Noemí que nos cogió el teléfono, con el monje bendito, con los ángeles de la guarda, con los que guiaron el paso y cerraban las filas señalizados por un rollo de papel, con los chicos y la chica de la Cruz Roja, con Juanqui y la morena templaria de Espinoso, con los avitualladores de todos lados, los de Pajariel en especial que nos invitaron a cervezas y con los zánganos del pedal que se rieron cuando se les llamó así y con los que maldita la gracia que le vieron al comentario mientras echaban la bilis subiendo al Pajariel… por que vivir juntos la batalla y estar juntos cuando acaba para poder contarla, es un lazo que une para los restos.

Se ponía el sol en las almenas del castillo. Terminaba el día. La jornada ya era Historia. Para nosotros Leyenda.

Gracias a todos.

OSCAR

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San Clemente pasado por barro

La tercera cita del circuito MTB de este año era en San Clemente. En principio, esta prueba no suscitaba mucha simpatía en nuestro equipo, ya que sus pistas rápidas y llanas no eran lo que más gusta a los intrépidos descenders que copan nuestras filas… Pero llegó la hora de inscribirse y por unas razones o por otras (no haber puntuado todavía, coger más km de rodaje o aprovechar antes de la próxima paternidad), tres insensatos lo hicieron, aun advirtiendo alguno de ellos, que para el fin de semana Maldonado daba como pronóstico un melocotonazo de miedo en toda la península, que podía llegar a nieve en Cuenca. La verdad es que consultar tres días antes el tiempo en manga corta y la frase de Luisito de: – ¡no me seáis maricones!, ayudó a la hora de apuntarse a la carrera.

Ese mismo día era la primera prueba del open de CLM por lo que nuestro líder Gonzalo nos abandonaba,  a la par que nos dejaba sin furgo para el transporte de las monturas. Razón por la que contactamos con los colegas y hermanos bicicletiles, los bodegos-fruteros para que nos asistieran a la hora del transporte de jamelgas, os debemos unas birras en la Cueva (pero el cadenillas que no suba que nos deja sin existencias…).

La cita era a las 8 a. m., y hay que decir que la mañana nos sorprendió con una nevada en toda regla, cosa que a alguno de nosotros le hizo dudar de si asistir, ya que Sito nos llamó al resto de la expedición, más nervioso que Marco en sorpresa sorpresa,  para ver si había alguien más que se hacía caquitas y podía seguir sobando sin remordimientos. Al final y como machos que somos, los tres zánganos nos presentamos en la nave fruteril, aunque tuvimos que esperar a multisportman un rato, pues aun le dio tiempo a calentar los riñones en casa con un apriete ligero.

Conforme nos alejábamos de la capital, la nieve iba desapareciendo de los parajes, aunque a decir verdad el paquete del grupo rezaba para que hubiese un metro de nieve en San Clemente y así pudiesen comerse los bulones de tocino sin tener que pasar frío en la bici…

La nieve daba malos augurios por el camino.

La nieve daba malos augurios por el camino.

Una vez allí casi no llovía y parecía que la carrera se iba a poder disputar, aunque las bajas eran considerables ya que la mitad de los corredores no se presentaron. Esa era una noticia que nos alentaba para que alguno de nosotros pillase cajón de salida para la siguiente carrera, pero al final se demostraría que el estado de forma todavía es muy deficiente en alguno de los casos, y que la gente para no entrenar está muy fuerte, (no entrenáis no… los cojones!!!). Otro detalle que no nos pasó inadvertido a la hora del control de firmas es que este año el nivel de los obsequios en las carreras está bajando bastante, puesto que al chorizo que aún se movía cuando nos lo dieron en Mira, se suma una manga de camiseta que quiere parecerse a una braga de cuello… Parece que lo de dar una triste camiseta pútrida se acabó y tendremos que comprar mopas para limpiar las ventanas y pijamas para dormir.

En cuanto a la carrera, hay que decir que este año la gente de San Clemente se ha puesto las pilas y ha mejorado mucho el recorrido de la ruta pues han metido muchos tramos nuevos de senda, aprovechando en lo que pueden el terreno manchego. Lo que no esperaban era que el trazado se complicase tanto con la cantidad de barro que a más de uno de lio un disgusto, bien porque lo cató con los morros o porque jodió la bici.

En el punto de salida, no se aglomeraba la gente pues el ansiaviva de otros días no podía con las gélidas temperaturas que te dejaban el hocico como el guielo. Allí vimos al speaker que muy ameibolmente nos guardo las llaves del auto (tú también estás invitado a las birras, aunque últimamente no animas tanto a los mineros cuando pasan por meta…).

Se dio la salida y Sito desarrollo su famosa táctica de “a fuego desde el principio”, que en otras citas le dio tan buen resultado, y sí digo en otras, porque aquí dio ligeramente el pedo antes de llegar y se vino abajo tras ser adelantado por un tío que tiene más peligro bajando sin frenos llenos de barro que Chuk Norris marcando a Ronaldo y lleva una bici con la pegatina de su discoteca favorita. A pesar de ello hizo un más que meritorio puesto, que ni el mismísimo Pajirrin habría sido capaz de mejorar con bien de mandanga y burra nueva (ahhahahhahha habrá que verlo con la 29”).

Así quedó la bici de Luis al concluir la prueba

Así quedó la bici de Luis al concluir la prueba

Sergio salió de tranquis y acompaño al bicipaquete Godo media hora, hasta que harto de ir rodeado de fanegas rodadores que a lo que aspiran es a no morir en el intento y que el helicóptero no venga a por ellos, decidió hacer una remontada épica y dar caza a los primeros de carrera.

Sergio además se fue con una sierra de calar que le tocó en el sorteo.

Sergio además se fue con una sierra de calar que le tocó en el sorteo.

Por mi parte, decir que la carrera una vez más se me hizo larga, ya que a mi bajo estado de forma, se sumó que el barro me ponía más tenso que el copiloto de Steve Wonder, por lo que iba a 0,0 y tardé más de 2 horas y media en llegar. A ello hay que sumarle mi pericia bajando y la de mis compañeros de grupeta, que tienen más peligro que un Gremlin en Splash…

Comiendo chorizos sí habriamos quedado entre los 30 primeros

Comiendo chorizos sí habriamos quedado entre los 30 primeros

Al final todos llegamos sanos y sucios, pero tras la ducha reparadora, que en mi caso fue con agua fría, ya que es el castigo de los paquetes, nos dimos cita en la plaza donde mejor toreamos, que es en el piscolabis del final. Allí nos dimos cita con alguien que nos alegra ver más que a la chica de forevent, y es a nuestra amiga la orza repleta de barritas energéticas a base de ácidos grasos saturados, triglicéridos y tocino, esa es la medicina que nos recupera mejor que los aminoácidos complejos, ya que el pancetamol lo recomienda nuestro gurú de la medicina recuperadora: el doctor Falete. Eso bien acompañado de birrismo, nos dejó apunto para el regreso a casa, aunque hay que decir que alguno bebía más de lo que comía y ya iba más pedo que el arquitecto de los fraguel.

La orza con más bulones de la comarca

La orza con más bulones de la comarca

Una vez en Cuenca y para concluir la jornada tuvimos que pasarnos por el elefante blue para darle un enjuague a las bicis y dejarlas a punto para seguir machacando, aunque visto lo visto, vamos a tener que hacer como los que quedan entre los 25 primeros: no entrenar.

La siguiente carrera será en Casasimarro, donde esperamos ser más corredores y que Javi nos deleite con alguno de sus éxitos a la guitarra.

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Estrenamos temporada!

Un año más algunos de los miembros del Mina Romana nos desplazamos hasta Mira para disputar la primera prueba del circuito de Cuenca.

En esta ocasión fueron hasta allí Gonzalo, Casco, Sergio, Godo y Javi, el resto del equipo no pudo venir o bien porque tenían que currar, o porque tenían que dedicarse al lavado de ropa íntima de sus respectivas…

Este año repetíamos el mismo circuito del anterior, y como cada año, este también ha estado repleto de rumores sobre fichajes, que si fulanito está muy fuerte, que si no entreno porque ha llovido mucho esta primavera… Vamos que cuando los oyes  se parecen a los políticos prometiendo no subir los impuestos, que ya no les cree nadie…

Tras una salida algo accidentada  donde se cayó hasta el de la moto y alguna montonera producto de los nervios previos a la salida, dimos las dos vueltas  poniendo a prueba nuestras piernas y riñones en las largas subidas y nuestros brazos en las largas sendas de bajada.

El perfil de la prueba por vuelta que era de 17 kilómetros es este:

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Como siempre y tras pasar por meta todos nos pusimos cual gorrinos jabalís de todo lo que comimos  en el estupendo aperitivo que nos prepararon y cómo no,   a contar las batallitas post carrera que tanto nos gustan.

Los puestos de los romanos fueron los siguientes que seguro que con el paso del tiempo y las carreras irán mejorando:

-Gonzalo: 23

-Casco: 66

-Sergio:101

-Javi: 105

-Godo: 220

Y a continuación un enlace que han puesto los compañeros del Btt Mira y en las que aparecemos dándolo todo entre el mogolloón de fotos que han colgado:

https://picasaweb.google.com/112251715038428342626/1VITROFEOMTBVILLADEMIRA2013

https://picasaweb.google.com/112251715038428342626/2VITROFEOMTBVILLADEMIRA2013

La siguiente prueba será las Pedroñeras y algunos iremos para seguir dando guerra por tierras más llanas pero no por ello menos atractivas para el mtb.

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Mi estreno en el ciclocross

Como algunos ya sabréis, el año pasado  me compré una bici normalita de ciclocross pero la falta de preparación y la inexperiencia me hicieron no participar en ninguna carrera. Así que la bici se quedó para hacer rutillas tranquilas y rodajes por carretera.

«Como vuela por las pistas»

Por si alguno anda despistado, la particularidad del ciclocross consiste en dar vueltas a un circuito de entre dos y tres kilómetros, en el que encuentras obstáculos como escaleras ascendentes, barreras, zonas de asfalto, de arena suelta y continuas curvas cerradas que provocan repentinos cambios de ritmo . Todo esto en ocasiones aderezado con un poquito de barro.

Así pues este año, no me pude contener las ganas de intentarlo y ya son tres las carreras de ciclocross en las que he participado. De aquí en adelante os contaré como está resultando mi experiencia en esta especialidad del ciclismo.

Tras haber comenzado los entrenamientos me preparé un circuito cercano a casa donde poder practicar las curvas, aceleraciones y escaleras.  La bici también sufrió unas pequeñas modificaciones: cambié el plato grande, un 53T por un 44T, quité unas manetas de freno frontales y cambié las cubiertas por unas  mas recomendadas .Todo ello en busca de una mejor adaptación a la bicicleta y a posibles condiciones de carrera.

Mi circuito cerca de casa

Tras preguntar en un conocido foro de internet me animaron a estrenarme  el siguiente fin de semana. El bautismo sería por todo lo alto en dos pruebas con un altísimo nivel, tanto en organización como en participación. Os estoy hablando del Circuito Diputación de Burgos que se celebró en las poblaciones de Medina de Pomar y Villarcayo los días 20 y 21 de octubre.

Dando unas vueltas de reconocimiento al circuito

El viernes al terminar de trabajar nos dirigimos hacía el norte de la península con muchos nervios y ganas de competir y hacerlo bien. Llegamos al hostal, sacamos la bici del coche, algo de cenar y un paseo. A las once a dormir  que el sábado empezaba lo bueno (o eso decían). El sábado mi carrera comenzaba a la una de la tarde lo cuál se agradecía porque en un principio permite tomarte las cosas con más tranquilidad. Aunque en la realidad todo fue diferente. Al llegar a la zona del circuito aparcamos y fuimos a recoger el dorsal. Lo primero que nos sorprendió fue el ambientazo que había. Un montón de furgonetas, caravanas, carpas de los equipos y gente de todas las edades dispuesta a participar en una buena mañana de cross. Nosotros, por el contrario, de manera menos llamativa: la bici dentro del coche…, dos juegos de ruedas, que si la bomba, las herramientas, el aceite de la cadena, la equipación, etc. Y a calentar dando vueltas bajo una fina lluvia.

Menudo despliegue lleva la gente

Y aquí nosotros

A la una en punto se dio la salida y unos noventa corredores en categoría master30 salimos disparados por los primeros metros del recorrido. Al ser la primera carrera  la salida me la tomé con calma y así me paso, en las primeras curvas la gente entraba por los huecos sin piedad y me tocó espabilar a marchas forzadas. Conforme fue pasando la carrera fui remontado hasta terminar en la posición 36 y lo mejor de todo es que aprendí bastantes cosas  para el siguiente día correr con más confianza. Clasificaciones y tiempos aquí.

Zona de barreras en Medina de Pomar

El domingo en Villarcayo había que madrugar un poco ya que la carrera de master3o era a las 10:15 de la mañana. Que menos que levantarse a las ocho menos cuarto para desayunar tranquilamente, irse para el circuito y darle un par de vueltas antes para reconocerlo. Esta vez si conseguí colocarme un poco mejor en la salida y ya en las primeras vueltas iba un poco mejor colocado.

Además gracias al día anterior supe correr mejor saliendo rápido de las cerradas curvas y evitando estancarme en un ritmo cómodo como me sucedió el día anterior. En esta ocasión llegué a rodar  bien pero dos percances mecánicos (se me salió la cadena) me hicieron perder bastantes posiciones. Aun así, mejoré mi clasificación del día anterior quedando el veintiséis. Clasificaciones y tiempos aquí.

Desmontando, limpiando y engrasando antes del fin de semana

Y para terminar mi experiencia este fin de semana. En esta ocasión el entorno cambiaba radicalmente ya que participé en la Challenge Comunidad Valenciana. Mi tercera incursión en el ciclocross fue en el CX de Carlet. El circuito era radicalmente distinto a lo que conocí en las anteriores carreras. Curvas muy amplias, rectas  muy largas, una zona de gravilla, badenes estilo bmx y un par de curvas muy cerradas.  Así que esta vez tocaba una carrera más «rodadora».  La salida tampoco la hice nada bien y en las primeras curvas ya me quedé encerrado comenzando la carrera bastante retrasado. Poco a poco fui remontando  hasta que en la tercera vuelta no vi una piedra que me hizo reventar la rueda delantera cuando más alejado estaba de la zona de boxes. Así que bici al hombro y a correr mientras te adelanta todo el mundo.

Sufriendo un poquito

De que cambié la rueda y volví a la carrera ya estaba en las últimas posiciones, pero al menos no me había doblado, y ya que me había pegado el viaje hasta Valencia, tenía que terminar la carrera. Al final entré en meta el 34 a años luz de los primeros clasificados y con un mal sabor de boca por no haber hecho una buena carrera. En fin, otra vez será…

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OPEN DE CLM en la Cueva

Bienvenidos a Cueva del Hierro, pequeña localidad de la serranía conquense en la que se va a celebrar la última prueba del Open de Castilla la Mancha y del Provinvial.

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La carrera se va a celebrar el día 14 de julio a las 17:30 horas en un circuito con una distancia aproximada de 7,8 km y un desnivel de 220 metros al cual se le darán las siguientes vueltas:
4 para PRO,
3 para M-30 y senior,
2 para M-40, veteranos, junior y féminas,
1 vuelta para los cadetes.
Las inscripciones se tramitarán a través de la página web de la federación hasta el jueves 12 de julio. El coste de la misma será de 10€, a los que habrá que añadir 6€ de la licencia de un día para los no federados.

Inscripciones pulsando aquí

Perfil del circuito:

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Dado que la carrera se llevará a cabo un sábado es posible que haya personas que viajen con la familia y necesiten información sobre donde hospedarse o que sitios visitar. Para todos ellos lo mejor es que contactéis con nosotros a través del siguiente correo electrónico: cuevadelhierro@cuevadelhierro.com.

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OPEN EN MOTILLA

El pasado domingo nos tocó disputar la tercera prueba del open de Castilla la Mancha en la localidad conquense de Motilla del Palancar. Esta vez nos desplazamos hasta allí Sergio, Gonzalo, Luis y Escartin(Sergio)  además de nuestro “trainer” Alberto y el “manager” Alex que harían de aguadores y a la vez darían ánimos a los corredores.

La partida hacia Motilla se realizó con algunos de nuestros compañeros del Bodegas Casa Gualda que fue otro de los clubes de Cuenca que se animaron a disputar esta prueba del Open. Esta carrera no solo era del Open de Castilla La Mancha sino que era la primera prueba del Open de Cuenca, que además de está compuesto por la de Cuenca y Cueva del Hierro que se celebrarán  los días 1 y 14 de julio respectivamente.

A pesar de que no había mucha participación en lo que a corredores se refiere, los que allí estaban andaban bastante y llevaban más kilómetros que un Seat 600, aunque otros como en mi caso íbamos con la idea de terminar la carrera y hacerlo lo mejor posible, pero no solo a eso, sino también a apoyar a la gente que organizaba la prueba, que ya quisieran muchos  en la copa del mundo disfrutar de una organización como esta…

La carrera discurría los primeros 5 km por una pista llana que te acercaba hasta el circuito. Allí daríamos las vueltas, en un pinar muy chulo. Con sendas rápidas, algún tramo algo más técnico y continuos sube-bajas que te dejaban las piernas más hinchadas que los condones de Hulk…

Gonzalo en la pista de aproximación al circuito.

Escartin en una de las vueltas.

Luis llegando a la zona de avituallamiento.

La carrera se desarrolló sin incidentes y se salió por los primeros km de pista a un ritmo no muy fuerte, ya que todo el mundo quería llegar sin quemarse hasta la senda para allí darlo todo en los sube bajas del circuito. Ya una vez en la senda cada cual iba encontrando su ritmo e intentaba afrontar el circuito como mejor podía, circuito al que dimos 3 vueltas los máster 30 y sénior. Una vez concluidas las vueltas se retomaba la pista de regreso al pueblo para cruzar la esperada meta.

Sergio momentos antes de pinchar.

Con cara de concentración, aunque no sabemos en que irá concentrado…

En cuanto a los del VI Ferrata (Mina Romana Cueva del Hierro) debemos comenzar con Escartin que hizo una gran actuación en Sénior quedando segundo de la prueba, demostrando que este año está muy fuerte y que aún tiene mucho que decir en el Open de Castilla la Mancha donde se ha colocado segundo de la general y en el Open Provincial de Cuenca donde va primero.

Bajando como un «cobete»…

Entre los trigales Motillanos…

Gonzalo y Luis  hicieron buena carrera quedando en los puestos 5 y 17 respectivamente demostrando que siguen muy bien de forma, y por último el gafe del día, es decir yo (Sergio), que aproximadamente a la mitad de la primera vuelta en el paso por un tobogán con una piedra en medio pinche ambas ruedas. ¡A falta de una!. Impidiéndome terminar la carrera teniendo que hacer el resto del circuito como el coche de San Fernando…

Podio del Open de Castilla La Mancha senior.

Podio con los campeones provinciales.

Una vez ya todos hubimos cruzado la meta, degustamos los manjares que había preparado la organización mientras contábamos las batallitas y experiencias de cada uno en carrera, esas que tanto nos gusta relatar y que son tan importantes en las carreras que la misma bici de cada uno… Ya después de haber comido en Motilla y con el buche lleno y no sin antes un par de “despedidas conquenses” nos volvimos para casa satisfechos por la gran mañana de mtb que nos habían preparado.

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EL BICIPAQUETE SOLO ANTE EL PELIGRO.

El pasado fin de semana iban a tener lugar dos citas importantes para los biciclistas de Cuenca, por un lado estaba el “San Pablo bike´s marathon» (o más comúnmente conocido como: la ruta de la muerte de nuestro amigo Pablete) y por otro lado la prueba del circuito de la diputación de Cuenca que en esta ocasión tendría lugar en San Clemente.

A priori no había color, la primera era una prueba para auténticos machos alfa, en la que estaba en juego ser el ironman de la btt y el líder del equipo (aprovechando que Casco no iba) a riesgo eso sí, de morir en el intento si no se estaba suficientemente preparado para la ocasión. La segunda de las pruebas era mucho más sencilla, ya que el desnivel era más pequeño que desde la nave de los frutis al parque San Fernando, eso sí había que batirse en duelo con tan colosales titanes como los hermanos fuera-pista, Joe patas de alambre, Billy master 100 kg, Jeffry patas huecas smartel y gente con más años que el tío de Frodo.

Puestas ambas pruebas en la balanza y sumando los compromisos ludicofestivos, el bicipaquete ¿a cual se iba a apuntar…? lógicamente a la mancha manchega, que hay mucho pan, mucho aceite y mucho tocino, eso sí bajo amenaza de ser repudiado de por vida por cagón y flojeras.

Decidido el destino, sólo quedaba darse cita en tiempo y lugar correspondiente y para no perder la costumbre ¿para qué ir con tiempo suficiente para calentar tranquilamente, cumplir la pauta de hidratación y sin prisas? Acaso ¿no seguía perteneciendo al ejercito romano? Pues eso, con la hora pegada como siempre, aunque ahora no podría echarle la culpa a Javi porque estaba sacando la leña al patio o a Berlanga porque no encontraba su tanga de la suerte…

Pues eso el calentamiento consistiría para no perder la costumbre en 300 metros de ida y vuelta, aunque esta vez un escalofrío me recorrió cuando en este warm-up me adelantó Sebas, cosa que me hizo pensar: otro que va justo… aunque luego me dije, ah no que este sale del cajón, vete cagando leches que seguro que desde la cola ya no se oye al speaker. Y efectivamente, cuando llegué había allí más gente que en la cola de corte inglés el día después de reyes, cosa que tampoco me importó mucho porque los bicipaquetes no luchamos por la general la verdad. Además busqué buena compañía para la salida, rodeándome de dos de las pocas mujeres bttras que hay en el circuito.

La hora de la salida se acercaba y yo estaba más concentrado que el caldo maggi, aunque la cosa se iba complicando, ya que por las corvas ya me chorreaba el sudor y no habíamos salido, menos mal que me había hidratado más que el Escartín para las fiestas de la Cueva.

Se dio la salida y salí como me caracteriza, como un cobete a unos 15 km/h intentando no caerme entre la multitud, cosa más arriesgada que tirarse un pedo con diarrea. El comienzo para mi sorpresa, era todo llano… y se rodaba rápido, muy rápido, más de lo que debiera, pero siguiendo el consejo de Luisito: tú a muerte hasta que pegues el pedo, si lo pegas. El problema está cuando este consejo lo da alguien que casi nunca pega el pedo a alguien ,como yo, que no sabe lo que es no pegarlo, pero en fin un macho es un macho.

Cuando vi el cuentakilómetros a 38km/h en llano pensé: tranquilízate que el año pasado ocurrió algo parecido y ya sabes el final, vas a acabar como whitney Houston: muerto en la bañera, pero mi motivación al pasar a alguno de los pújiles anteriormente comentados me nublaban la mente y solo pensaba en pedalear como si un hubiese un mañana.

A esas velocidades el airecillo refrescaba algo, pero cuando llegaron los primeros “repechos” y el aire se calmó, el termostato se disparó y comencé a tener más calor que Falete cortando un kebab, no obstante mi eterna motivación siguió alentándome a seguir a tope. Esta motivación he de decir que se vio aumentada cuando al enfrentarme a las “bajadas de la muerte” (eufemismo para llamar a unas bajadillas de ná, pero es que estaba emocionado…) en las que el año pasado bajé andando por el canguelo, esté año las bajé que ni el mismísimo tecniquito del cual hay documentos bajando a pata.

Corría el km 20 y yo estaba crecido, pero quedaba la mitad de la carrera y comenzaba a divisar a Darwin con la guadaña preparada para darme caza en alguna curva, así que era el momento de apretarme uno de esos geles que nuestro contacto nos facilita, cosa que me hizo aguantar a duras penas hasta que faltaban unos 5 km para la meta, donde después de llanear, llanear y llanear, tenía los gemelos a punto de la ignición y el ojete para hacer almortas.

La verdad es que se me hicieron largos y la motivación decrecía cuando me pasaban Ricky 6 dedos y su primo el de Huete a velocidad absurda, pero gracias a Dios ya se veía el pueblo y llegué dando todo lo que tenía, aunque hay que decir que me osaron sprintar en la recta final alguien que igual se pensaba que estábamos luchando por el top-ten o algo así y lo que en realidad nos estábamos jugando era quién se iba a comer el último chorizo…

La cara lo dice todo

 

Al final, como siempre llegué hecho polvo, y aunque el puesto es lo de menos llegué en un muy meritorio (al menos para mí) 182, lo que me hizo irme más contento que un perro con dos colas.

A destacar de la cita fue el pisculabis que nos prepararon: chorizos a tutiplén, y era de imaginar pues una abuelilla de San Clemente es la campeona mundial de clavar chorizos en pan y hacer los 100 m lisos… Además se estaba entrenando para otra categoría (ya que la vi varias veces) que era similar a la anterior pero con la complicación de llevar bajo el brazo libre una docena de bananas.

Solo me queda agradecer a mi señora el haberme acompañado soportar las típicas historias bicicletiles típicas: si ves como he adelantado a ese, o si me hubieses visto bajar por el acantilado…

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Después de recuperar fuerzas, como nuevo

 

Además aprovecho para mandar una repudiejas a mis compañeros (menos a Zalo por sus fotiglios) por permitir deshidratarme solo y abandonarme en la ardua labor de subir el nivel de triglicéridos en sangre con las barritas energéticas a base de tocino concentrado. Hay que decir que ellos tuvieron lo suyo al día siguiente, porque en Toledo tampoco es que hiciese frío…

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MARATON SAN PABLO DE LOS MONTES

Todos recordamos aquella famosa frase de Godo de un crónica suya: “hizo un sol de justicia y más calor que follando debajo de un hule”

Pues no encuentro mejor resumen ni descripción para la Maratón que corrimos el pasado domingo en San Pablo de los Montes en Toledo. Y es que escribir una crónica sobre lo que allí aconteció no es fácil, puesto que con la aventura personal que cada uno vivió y las batallas de cada uno se podrían escribir 6 crónicas, una por cada uno de los miembros equipo que se desplazó hasta allí.

Todo comenzó con la salida el sábado hacia San Pablo, ya que la prueba era el Domingo a las 9:30 y el viaje era largo. Un primer grupo partimos antes y otros pocos compañeros del Bodegas Casa Gualda (junto Gonzalo y Escartin) salieron desde San Clemente donde corrieron la prueba del Circuito Diputación de Cuenca para unirse después a la grupeta conquense que se desplazó hasta allí.

Ya una vez en el albergue y tras engullir un buen plato de pasta y pasar un buen rato hidratándonos bien y degustando un venao del terreno nos marchamos para intentar dormir bien hasta el día siguiente.

Planificando la estrategia para el dia siguiente y siguendo las pautas de hidratación…

Por la mañana y tras un buen desayuno marchamos hacia la salida no sin antes embadurnarnos bien de protector solar y ultimar los detalles de bici y piloto. A las 9.30 se dio el pistoletazo de salida  donde unos 120 corredores se enfrentaban  a los casi 80 km de la prueba y unos 1700 m. de desnivel acumulado.La carrera se desarrollaba toda ella por  pistas y caminos y sin apenas sendas y con tres subidas más largas pero sobre todo con zonas rompepiernas que muchas veces te impedían llevar un ritmo cómodo.

Perfil de la prueba.

La carrera comenzó a buen ritmo y entre los del equipo íbamos todos a no mucha distancia uno del otro al principio, pero como bien digo solo al principio, ya que por una u otra circunstancia nos fuimos distanciando unos de otros.

Para ilustrar lo que fue la carrera podríamos hacer varios equipos con lo que aconteció: En primer lugar el ”equipo pájara” compuesto por todos ya que en mayor o menor medida y antes o después fuimos cayendo aunque Escartin fue el que peor lo pasó. El equipo de los Perdidos donde Berlanga fue el líder clavándose ni más ni menos que 88km. El “equipo calambres” donde no nos libramos ninguno y por ultimo no puede faltar el “equipo bocaseca” ya que todos llegamos deshidratados por el gran calor y con la boca como si nos hubiéramos zampado una docena de pasiegos a palo seco.

Berlanga recien llegado a meta

También hay que mencionar el buen papel que hicieron nuestros compañeros del Bodegas Casa Gualda, donde Bencha y Will hicieron una carrera de menos a más remontando muchas posiciones quedando el 33 y el 39 respectivamente,  Cadenillas 6º en la general (y 2º categoria élite) y Rafa el15 haciendo ambos una muy buena actuación.

Rafa tras su llegada a meta.

Bencha que fue de menos a más durante la carrera.

En cuanto a nuestras posiciones Gonzalo quedó 8 (y cuarto de Castilla La Mancha) Sergio el 32, Luis el 46, Berlanga 59, Javi 60 y Escartin en el 70.

Berlanga y Javi llegando juntos a meta.

Aqui una muestra de lo que fue la carrera y de la dureza de la prueba, no hay más que ver las caras con las que llegamos…

La llegada de Luis

Su cara lo dice todo…

Y es que si a estas alturas de la crónica y despues de mencionar la dureza de la prueba a alguien le quedan dudas he aquí una muestra de lo que fue !LA CAIDA DEL IMPERIO ROMANO!

Pongo también un enlacede un video que hizo la organización y donde aparecemos también: http://www.youtube.com/watch?v=3U1MJgcJD1Q

Una vez llegamos todos y tras recuperar fuerzas y sobre todo beber, nos volvimos para Cuenca muy cansados aunque satisfechos por haber conseguido terminar todos las prueba sin ningún abandono, lo cual ya suponía un gran mérito y dispuestos a recargar energías para la próxima carrera, y como se suele decir lo que no te mata te hace más fuerte, así que los romanos volveremos en breve a dar guerra en las próximas del Open y del circuito de Cuenca.

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¡Viva los choricillos!

Tras el sábado de barro y lodo que disfrutamos en Quismondo nos esperaba un domingo rápido y disfrutón en Quintanar. Al contrario que el día anterior, el suelo y la lluvia no iba a condicionar la carrera.

Esta vez, Alex no podía acompañarnos y quedamos con los compañeros del equipo Bodegas Casa Gualda para poder llevar nuestras bicis en la furgo de «los frutis». Así que a las ocho de la mañana de nuevo estábamos en marcha. Otra vez la pereza, el control de firmas, comprobar el chip y  calentar en la medida de lo posible, antes de comenzar.

 Antes de salir se notaba que Luis quería demostrar lo que el día anterior el barro y su bici nueva no le permitieron. Javi que no habia competido el día anterior apostaba todo  a esta carrera y Escartín como siempre tranquilo sin decir nada. Por mi parte, los comentarios eran: yo hoy iré despacio, a rodar, estaré cansado de ayer, … Para que nos vamos a engañar, si luego una vez metidos en fregados nos dejamos hasta la última pizca de energías. (A veces nos encanta lloriquear).

Gran carrera de Luis confirmado su estado de forma.

Este año el circuito regresaba a la zona de pinar  cercana al pueblo, pasando por parajes ya conocidos por los ciclistas del circuito y abarrotados de público espectante ante el paso de los ciclistas. Algunos de estos conocidos lugares son: «La Casa del Águila», la temida «V» con el famoso pino rompe clavículas, o esas sendas peraltadas que te hacen disfrutar de la bici. Por el contrario abandonaba esas pistas apestosas del año pasado en las que la carrera consistía en ponerte a rueda en un grupo y rodar a más de 30 km/h alejándose de la idea que algunos tenemos de las carreras de BTT.

Tecniquito demostrando sus habilidades.

Al llegar a la meta nuestras las clasificaciónes fueron las siguientes:

Javi – 79 de la general y 29 de M30.

Sergio (Escartín) – 46 de la general y 11 de Élite.

Luis – 21 de la general y 8 de M30.

Gonzalo – 6 de la general y 2 de M30.

Gonzalo con la segunda equipación debido al barro del día anterior.

Y para recuperar nada mejor que una ducha caliente, unos maravillosos choricitos que había preparado la organización  y unas cerevezas, consiguiendo reponernos para ir a competir en la especialidad de Karting en la que somos «más malos que arrancaos»  pero nos lo pasamos de pm.

Podium del Karting, de izq a drcha: Alberto, Andrés y Luis

Fotos de Alberto Fernández y CC Quintanar.

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Barro, mucho barro.

Menudo fin de semana que nos hemos pegado. El sábado partimos hacia la toledana localidad de Quismondo con un pronóstico meteorológico nada halagüeño y es que a las once de la mañana aquí en Cuenca llovía de lo lindo. Pero como todo el mundo que practica un deporte y tiene ganas de competir vamos a las carreras pase lo que pase y un poquito de agua no nos iba a amedrentar.

Metimos las bicis a la furgo, y partimos dirección Toledo para evitar los posibles atascos cercanos a Madrid por la operación salida. Durante el viaje estuvimos consultando las ultimas noticias a través de internet por si se suspendía la prueba y teníamos que volvernos, además de una parada técnica para comprar borrachos en Taracón y comer en Toledo.

Al llegar pereza, mucha pereza pues el frío y la lluvia nos acompañaban así como alguna que otra bicicleta llena de barro ya que sus valientes dueños habían ido a reconocer el circuito. Así pues con todo esto se presagiaba una carrera dura.

Davicillo, fiel seguidor y Berlanga.

Tras la salida Élite, fuimos los Master30 y Senior, categorías en las cuales participábamos los miembros del equipo y ya en los primeros metros de camino…, susto, Miguelillo un compañero de Cuenca que venia adelantando por la derecha salió disparado al sembrado por un toque entre corredores causado por el mal estado del terreno.

Instantes de la salida. Al fondo se aprecia a Miguelillo.

 El poco agarre que ofrecía el suelo hacía de pedalear un ejercicio de equilibrio continuo. Pero lo peor estaba por llegar y después de un tramo de bajada aparecía un camino con una longitud considerable en la cual casi todos los corredores tenían que bajarse de la bici y caminar. Además, muchos participantes debían  parar a quitar el barro atascado en los pasos de rueda para poder empujar las bicis hasta el final.

Luis después del tramo del campo de fútbol

En este lugar aquellos que tenían ruedas con un dibujo apropiado para el barro y aquellos que llevaban horquillas lefty conseguían mantenerse sobre la bici avanzando con un menor esfuerzo. ¡Que envidia me daban las cubiertas!

Sergio peleando posiciones

Así fueron pasando la primera y segunda vuelta y la zona del camino parecía una imagen de las míticas carreras de un rally. Según se progresaba por esta zona se podían ver  corredores quitando barro de sus bicis,  algunos desmontando las ruedas y otros ya retirados descansando en los márgenes del camino. En definitiva se trataba de una carrera de supervivencia, evitando partir el cambio o la cadena.

Ya en la tercera y última vuelta el terreno se había secado algo y permitía una ligera mejora al rodar, a excepción del tramo de camino que quedó mejor labrado que un barbecho recién arado por Jesús. Pero este detalle llegaba tarde para la mitad de los integrantes del equipo que ya se habían ido retirando. Al final consiguieron llegar a la línea de meta: Escartín (aún no sabemos su posición en Senior), Casco (sexto en Master30) y yo (segundo en Master30).

Casco y sus perneras azules

Escartín rompiendo el cielo

Gonzalo pedaleando entre olivos

Tras la entrega de trofeos nos volvimos para casa que al día siguiente a algunos nos esperaba participar en la tercera prueba del Circuito Provincial de Cuenca  que se celebraba en Quintanar del Rey.

Podium master30

A pesar de los abandonos forzosos de parte del equipo y del mar de barro, la experiencia fue positiva y pasamos un buen día de carreras.

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